La historia, contada así, es realmente preciosa; el entorno, cómo no, Paris, la belleza del momento, la pasión de los jóvenes, la sensación de despreocupación mezclada con el día a día de la ciudad… todo era demasiado perfecto.
En 1.992 una pareja salió a la luz diciendo que ellos eran los de aquella fotografía. Doisneau no tuvo otro remedio que contar la verdad ante un juez para evitar que aquellos impostores pudieran tener derecho a los 100.000 dólares que reclamaban como derechos de imagen.
La revista Life le había encargado un reportaje sobre amantes en París. Y fue el propio Doisneau el que hizo una serie de fotos a las que tituló “Besos“. Aquellos dos jovenes enamorados a los que “casualmente” captó en las calles parisinas no eran sino actores desconocidos (novios, eso sí) a los que pidió que posara para una fotografía.
La historia se pudo mantener oculta durante 42 años, e incluso, 13 años más tarde, en el 2005, la protagonista real de aquel beso, Françoise Bornat vendió la copia de su fotografía, firmada por el fotógrafo, por la nada desdeñable cifra de 200.000 dólares.
Fuente: sobrefotos.com
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