La afabilidad, por lo tanto, puede asociarse a la amabilidad, la cortesía y la cordialidad. Cuando una persona es afable, demuestra simpatía, sencillez, franqueza y bondad en sus relaciones sociales. El sujeto afable, al recibir una visita, se muestra atento, ofrece algo para beber e intenta que el visitante se sienta cómodo.
Lo contrario a la afabilidad es la antipatía o la descortesía. En este caso, el individuo en cuestión tiene un comportamiento parco, seco y frío.
Para la religión, la afabilidad es una virtud que inclina al hombre a decir y hacer aquello que contribuye a hacer más agradable la vida social. No es lo mismo convivir y tratar con una persona afable que con otra que no muestra cortesía y respeto.
Un saludo cortés o un comentario amable pueden alegrar el día del prójimo. La afabilidad también está asociada al respeto por el orden vigente ya que permite expresar verdades que, en otro tono, causarían problemas y enfrentamientos. Un hombre puede pedir amablemente a su vecino que baje el volumen de la televisión sin necesidad de agresiones o violencia y sin alterar la convivencia pacífica; otro, en cambio, puede entrar en una discusión sin sentido por su falta de afabilidad.
Con información de: definicion.de
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