A esto se añade que ciertas bacterias gastrointestinales que colonizan el intestino delgado justo después de nacer, y nos acompañan luego durante toda la vida, incrementan la ansiedad y el miedo, así como la sensibilidad al estrés, tal y como ha probado Jane Foster, de la Universidad McMaster (Canadá).
Todo lo contrario sucede con Mycobacterium vaccae, un microbio inofensivo que vive en el suelo y que inhalamos cuando damos un paseo por el campo, nos tumbamos en el césped, jugamos en el parque o arreglamos las plantas del jardín. Según un reciente estudio publicado en la revista Neuroscience, este microbio estimula a las neuronas de la corteza prefrontal del cerebro humano para que liberen serotonina, el neurotransmisor de la felicidad y el bienestar, lo que nos pone de muy buen humor y contrarresta el miedo y la ansiedad.
Fuente: muy interesante
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