Los troncos de árboles de Gilboa han sido estudiados desde 1850, cuando fueron por primera vez descubiertos, pero desde entonces han avanzado tanto las investigaciones que ahora se puede saber exactamente cómo se veía ese profundo bosque hace tantos millones de años. Lo más revelador de este descubrimiento ha sido los sistemas de raíces, encontrados varios metros debajo de la superficie. Estos sistemas son esencialmente mapas de árboles antiguos, a partir de los cuales los científicos pueden saber qué tipo de árboles había, dónde estaban y qué tan altos eran.
El profesor de biología de la Universidad de Birmingham, Dr. William Stein llama al descubrimiento “el equivalente botánico a las huellas de dinosaurio”, un acontecimiento que nos acerca aún más a entender los ecosistemas del pasado antiguo y su efecto en el cambio climatológico del futuro del planeta.
Fuente: Ecoosfera | Inhabitat
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