Este gran científico, poseedor por herencia de una de las mayores fortunas de su época, era extremadamente tímido, tal vez a causa de un ligero tartamudeo, y rehuía siempre que podía cualquier conversación o encuentro, sobre todo si se trataba de mujeres.
Hasta tal punto llegaba esto que, incluso, prefería comunicarse con su servidumbre por medio de notas. Y ya en el colmo, se asegura que si llegaba a cruzarse en su camino con una sirvienta, esta era inmediatamente despedida. Para poder mantener su aislamiento, hizo construir en su casa una entrada a su exclusiva disposición.
Por Ángel Daniel Fernández @andafero
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