Corrían los tiempos de la dictadura del General Juan Carlos Onganía, la cual se caracterizó como toda dictadura, por intentar contener la resistencia y la movilización social a través de la represión. Toda actividad política bien fuera de partidos, sindicatos o instituciones y agrupaciones estudiantiles estaba prohibida.
La crisis económica y el desempleo, junto a la violencia institucional, el creciente descontento y la condena absoluta al asesinato a manos de la policía del estudiante Juan José Cabral en la ciudad de Corrientes, generaron que el 17 de mayo se llevara a cabo una movilización frente al comedor universitario de Rosario. La fuerte represión desplegada para contener la manifestación dejó como saldo la muerte de otro estudiante, esta vez, de Adolfo Bello de 22 años.
A solo días de este hecho, nuevamente a causa de la represión otro joven es asesinado a manos de las autoridades. Se trató de Luis Norberto Blanco de 15 años de edad, quien además de estudiante era obrero metalúrgico.
Las protestas no cesaron, y a pesar de la represión y de que el gobierno había decretado la intervención del Ejército para retomar el control de la ciudad, continuaron las acciones con marchas, paros y protestas.
Fue de este modo que se sobrevino lo que se conoce como el segundo Rosariazo, un estallido social que contó con la participación, de la CGT, la cual convocó a un paro el 16 de septiembre de ese año y el cual recibió el apoyo de los estudiantes y la mayoría de los partidos políticos.
La intervención de la Unión Ferroviaria, la persecución de dirigentes, la reducción de sueldos y la anulación de los convenios colectivos de trabajo, fueron detonantes de este estallido en el cual manifestantes y vecinos se enfrentaron a las fuerzas de seguridad, dos días en los que la gente se enfrentó a la dictadura que en ese momento azotaba a Argentina, y cuya terrible represión comandada por el Ejército, dejó como saldo dos muertos más, numerosos heridos y centenares de detenidos.
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