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miércoles, 13 de noviembre de 2013

En 10 Datos: lo que debes saber de un buen whisky

El whisky es una de las bebidas alcohólicas más famosas y consumidas del mundo. Se trata de un brebaje excelente para disfrutar de la sobremesa de cualquier comida o, por el contrario, divertirse aún más en una fiesta o reunión especial.

Mucha gente lo consume combinándolo con un poco de refresco, pero es una bebida que debe ser ingerida sin mezclar con otras para poder apreciar mejor las cualidades y matices que la convierten en un líquido muy particular. Sin embargo, para saber cuándo un whisky es bueno, hay que tener en cuenta varios elementos. Aquí encontrarás diez claves de un whisky de calidad.

1. El olor
El whisky es una bebida alcohólica y, por tanto, debe oler a alcohol. Pero ese olor no debe eclipsar a otros aromas propios de esta bebida. Los matices que recuerden a frutas o a madera deben ser perceptibles para el consumidor. De lo contrario, el whisky estará en mal estado o no será de buena calidad. Es uno de los rasgos más importantes, porque el olor de un buen whisky es uno de los elementos que invitan a beberlo. Si el olor falla, el whisky no será nada apetecible.

2. El sabor
A la hora de degustar un buen whisky, éste no puede irritar la boca ni el paladar. Independientemente de su graduación alcohólica, el sabor del whisky no puede anestesiar el gusto, impidiendo percibir el resto de matices de la bebida. Si al probar un whisky, sólo sientes el sabor del alcohol, entonces estás ante uno malo o en mal estado. El sabor debe impregnar la boca de notas de frutas y recuerdos a barrica. El whisky deja notas muy intensas en el paladar, pero nunca deben ser desagradables.

3. Independencia del precio
El precio no debe ser indicativo de la calidad de un whisky. Es verdad que la mayoría de whiskys con precios elevados suelen ser muy buenos, pero es una máxima que no siempre se cumple. Los mejores whiskys son aquellos que, con independencia del precio que posean, consiguen demostrar su valía y sabor a los consumidores. Por tanto, hay que tener en cuenta cuanto cuesta un whisky de cara a nuestros bolsillos, pero nunca debe servir de prejuicio ante la alta o baja calidad de una botella.

4. Sin aditivos
Los mejores whiskys suelen evitar los aditivos que no son propios de la elaboración tradicional de esta bebida alcohólica. Por ello, es mejor fijarse en que la botella que se compre no contenga elementos que pretendan modificar el sabor genuino del whisky. Hay algunas marcas que añaden ingredientes como el caramelo para intentar hacer su producto más comercial o enmascarar la presencia del alcohol. Sin embargo, si lo que se desea es consumir un buen whisky, hay que evitar las botellas que cotengan estos elementos en el proceso de elaboración, ya que alteran la verdadera esencia del brebaje.

5. Tiempo mínimo en barrica
En el proceso de elaboración de un whisky, uno de los elementos más importantes es el de las barricas. Tras ser destilada, esta bebida debe estar un tiempo mínimo en barriles dependiendo del tipo de whisky del que se trate. El tiempo varía según la denominación, pero ninguno baja del año de envejecimiento en barrica. Hay algunas variedades muy selectas que requieren incluso una década de tiempo de maduración para adquirir su sabor particular. Hay que recordar que uno de los matices más acentuados en el sabor del whisky es el de la madera, por lo que la calidad y el tiempo en los barriles es importante.

6. Que admita algo de agua o hielo
Los buenos whiskys tienen un sabor muy intenso, muy particular. Aún así, los distintos matices se perciben, aunque para los paladares más inexpertos se trata de una tarea más complicada que se va superando con el paso del tiempo. Sin embargo, si quieres apreciar las notas de sabor desde el principio, puedes ayudarte de una pequeña cantidad de agua o hielo. A diferencia del refresco, el agua no mata el sabor del whisky, sino que rebaja un poco su intensidad, permitiendo al paladar percibir más fácilmente los contrastes que posee.

7. El color
Aunque el color no es tan determinante como en otras bebidas, debe ser un indicativo de que, al menos, el whisky no se encuentra en mal estado. Su aspecto depende de muchas variables, entre las que se encuentran elementos como el tipo de madera de la barrica y los colorantes utilizados en el proceso de elaboración. Los tonos más comunes suelen ser el caoba, el cobre y el de oro viejo. Si el color del whisky que vas a adquirir no posee estos colores, puede ser un aviso de que no es apto para el consumo o es de mala calidad.

8. Rastro en copa
Es un rasgo en el que pocas personas se fijan, pero lo cierto es que el buen whisky suele dejar un rastro perceptible en la copa. Al agitar levemente el recipiente en el que lo bebemos, el whisky deja una estela impresa en sus paredes, dando muestras de que allí se posó el líquido. Por tanto, se deduce que el whisky ha de ser algo denso, menos líquido en comparación con otras bebidas alcohólicas. Es una prueba sencilla que se puedes llevar a cabo en cualquier vaso.

9. Edad
La edad de un whisky puede ser determinante a la hora de valorar su calidad y sabor. Con el mayor paso del tiempo, esta bebida suaviza aún más su gusto y permite percibir mejor todos los matices que posee. Sin embargo, hay que tener cuidado, ya que a partir de una cierta cantidad de años, el whisky comienza a perder calidad. Normalmente, el momento álgido de esta bebida se produce en torno a los diez o doce años desde que se realizó. A partir de ese momento, el whisky va perdiendo cualidades y sabor.

10. Etiquetado
Muchos de los elementos que ayudan a deducir si un whisky es bueno se encuentran detallados en la etiqueta de su botella. Características como el año de elaboración, su composición de ingredientes y el uso o no de cierto tipo de barricas, es información que se puede encontrar en ellas. De todas formas, el etiquetado no puede asegurarte que estés haciendo una buena o mala compra, pero si te puede ayudar a solucionar algunas dudas sobre el whisky que vas a adquirir.

Fuente: Ehow



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