Aldi, a partir de esto, se convirtió en una atracción turística por todas las razones incorrectas. El bebé empezó a fumar a los 18 meses de edad, y para cuando tuvo 2 años, sus padres cuentan que se volvía loco, gritaba y pegaba si no le daban dos cajetillas al día. Su padre, quien lo indujo al vicio y se gasta 5 dólares diarios para pagar por los cigarros del niño, insiste en que su hijo está sano. Ahora, la Comisión de Protección de Menores de Indonesia lo ha sometido a una terapia de rehabilitación. Pero el problema no acaba ahí.
La compulsión desmedida de Aldi lo ha llevado a cambiar un vicio por otro. Ahora es un junky de comida chatarra y, con 5 años de edad, pesa más de 25 kilos. Esto evidentemente es un problema enfermizo que sus padres le transfirieron, y mientras Aldi siga a su cuidado está por verse qué nueva compulsión adoptará cuando deje las hamburguesas.
Fuente: Pijamasurf
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