Una vez en órbita, este sencillo satélite medía la temperatura de la atmósfera terrestre y enviaba la información mediante señales de radio.
La mayoría de los satélites están propulsados por paneles solares que convierten la luz del sol en electricidad. El satélite gira y se mueve mediante pequeños cohetes. Unos sensores comprueban que esté bien orientado.
Todos los satélites tienen antenas de comunicaciones y transmisores y receptores de radio para recibir señales y enviar mensajes a la estación base en la Tierra. Y llevan instrumentos, según la función a la que estén destinados.
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