El manatí (Trichechus manatus manatus), también conocido como vaca marina, es un mamífero herbívoro, que se alimenta de hojas de manglares, plantas acuáticas como la bora y algunos pastos como el “chiguirero” presentes a orillas de río y lagunas fluviales. Habita en Venezuela en ríos, deltas, y áreas costeras. Su distribución geográfica va desde México, el sur de la Florida, islas del Caribe, el noreste de Centroamérica hasta Colombia, Venezuela y Brasil. Pese a su amplia distribución, es una especie considerada amenazada de extinción a nivel internacional.
El manatí habita tanto en ambientes marinos como en aguas continentales como los grandes ríos de la Cuenca del Orinoco y Amazonas y la cuenca del Lago de Maracaibo. Usualmente vive en aguas poco profundas, y sale a la superficie a respirar, permaneciendo por espacios de hasta 20 minutos bajo el agua, cerrando herméticamente la nariz.
Su reproducción es lenta, dado que las hembras llegan a su madurez sexual entre los 5 a 9 años de edad. La gestación suele durar de 12 a 13 meses. El bebe manatí es amamantado por uno a dos años, y en su etapa juvenil puede permanecer cerca de su madre por algunos meses.
En Venezuela, la Ley de Protección a la Fauna silvestre y su reglamento, así como también resoluciones específicas (Res. Nº 127 de 1978), protegen a esta especie y la declaran en veda total. Además, la Convención sobre el Comercio de Especies de Fauna y Flora, CITES, en el Apéndice I, de la cual Venezuela es signataria, incluye al manatí del Caribe T. manatus manatus y el manatí del Amazonas Trichechus inungis como especies bajo un régimen especial desde el 11 de junio de 1992. En Venezuela, el Libro Rojo de la fauna Venezolana editado por Provita lo cataloga como especie “en peligro”.
Actualmente, sólo en dos zoológicos del país se mantiene dicha especie. Cuatro (2 machos y 2 hembras) en el Parque Zoológico y Botánico Bararida, incluyendo la cría hembra que acaba de nacer, y un ejemplar macho joven mantenido en el Zoológico Metropolitano del Zulia, en Maracaibo.
Es importante señalar que los manatíes rescatados de manos de pescadores y decomisados hace ya algunos años, provienen de la Cuenca del Lago de Maracaibo, lo que significa que la población natural de manatíes con mayor presión de caza es la de ésta zona del país.
En opinión de la bióloga Mujica de VITALIS, la hembra recién nacida y el joven manatí en Maracaibo podrían dar inicio en el futuro a una población con un linaje diferente a los mantenidos en Barquisimeto, sentando las bases para su conservación ex situ a mediano y largo plazo.
Aunque se desconoce la población de manatíes en vida silvestre en nuestro país, algunas investigaciones indican que es una de las especies gravemente amenazadas de extinción. Las poblaciones naturales de manatí tienen fuerte presión por la destrucción de su hábitat, y las actividades humanas como la pesca y su casería furtiva. Las poblaciones de manatíes a finales del siglo XIX y XX disminuyeron principalmente por el consumo de su carne.
La Asociación Venezolana de Parques Zoológicos y Acuarios (AVZA) y la organización no gubernamental VITALIS reconocen los esfuerzos conservacionistas emprendidos por los directivos, técnicos, de educación, y en especial de los cuidadores del Parque Zoológico y Botánico Bararida, pues saben que el manejo de una especie como el Manatí no es fácil, lo cual enorgullece a los venezolanos, y a la comunidad conservacionista del país.
@ONGvitalis
Fuente: vitalis.net
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