Churchill, apenas seis semanas después de haber sido nombrado primer ministro del Reino Unido y de dirigir un Gobierno de coalición, tuvo que enfrentarse a uno de los momentos más difíciles que un líder haya tenido que encarar en la historia contemporánea. La amenaza de la invasión nazi desde la ocupada Francia era inminente, y Churchill estaba obligado a hacer un llamamiento al pueblo inglés para que participara en una inevitable confrontación de proporciones mundiales.
El discurso, pronunciado en el Parlamento, duró unos 36 minutos, y terminaba con una frase que no se ha olvidado desde entonces: "Preparémonos para nuestros deberes y no dudemos de que si el Imperio Británico dura unos mil años, los hombres del futuro dirán: aquella fue su mejor hora". Esas palabras supusieron el momento en el que Reino Unido decidió entrar en guerra con una Alemania que dominaba ya casi toda Europa.
'La mejor hora' fue el tercero de los discursos que dio durante el período conocido como La batalla de Francia. Los otros dos han sido también célebres, pero nunca tan apreciados por los británicos como aquel del 18 de junio.
El de 'Sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo' (Blood, toils, tears and sweat) lo pronunció el 13 de mayo, también en 1940, tres días después del comienzo de la ofensiva alemana en Occidente. Ésa fue, además, su primera intervención como primer ministro.
El segundo discurso, el de 'Pelearemos en las playas' (We shall fight in the beaches), fue pronunciado el 4 de junio e informaba sobre la ocupación alemana de Holanda, Bélgica y el norte de Francia, al tiempo que hacía ver a los británicos de la necesidad de combatir incluso sin el apoyo de otras naciones.
El texto original, unas 23 páginas escritas a máquina y con muchas correcciones de la mano de Churchill en tinta roja y azul, se encuentra actualmente junto a 2.500 cajas de documentos y objetos en el Churchill Archives Center de la Universidad de Cambridge.
El centro fue fundado en 1960 y desde hace poco expone al público este discurso, documentos relacionados, cartas a su esposa Clementine, así como páginas del diario de su secretaria, John Colville.
Con información de: Agencias | elmundo.es
@Culturizando
Tweet