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jueves, 10 de abril de 2014

¡Desestrésate! Que estas cosas cotidianas no arruinen tu día

La vida cotidiana a menudo te enfrenta a distintas situaciones que generan gran tensión, desde las más pequeñas, como la espera en una oficina para hacer un trámite, hasta las más importantes como una relación amorosa conflictiva. No importa qué edad tengas o qué actividades realices: el estrés aparece con frecuencia sin que lo llames para arruinarte el día. Si no lo controlas, puedes tener reacciones físicas o psicológicas a este estado alterado que pueden derivar en problemas de salud graves a largo plazo. Hoy te traemos 15 cosas por las que no vale la pena estresarse.

Un correo sin respuesta
Una tecla tan pequeña como el F5 (Actualizar o Refresh) del teclado puede concentrar grandes cantidades de ansiedad. A veces pones demasiada expectativa en un correo que es importante para ti y te desespera no recibir una respuesta inmediata. Incluso pueden pasar un par de horas y ya empiezas a dudar de la tecnología: ¿le habrá llegado? Hasta que al cabo de unos días llegas a pensar que no te quieren responder. ¡Calma! Tus tiempos no son los tiempos de los demás, cuanto menos te estreses, más rápido llegará la respuesta.

Atasco de tránsito
El tránsito es uno de los mayores factores de estrés, sobre todo cuando hay atascos. El tiempo empieza a jugar en contra, los ánimos se agitan y los conductores gritan y se fastidian como si la culpa de todo fuera del vehículo que tienen delante. Lo cierto es que el mal humor no ayuda a que los coches se muevan, así que mejor sonríe al conductor de al lado o bien conversa con alguien si vas en un medio de transporte colectivo. Todo fluirá mejor de esta manera.

El dinero
Es muy común el estrés relacionado con temas de dinero. Pero no hay que confundir la preocupación con angustia, y hay que tener claro que ponerse nervioso no es un negocio rentable. Está bien trabajar para generar los ingresos que cada uno considera necesarios, pero no hay por qué estresarse si los resultados no llegan tan rápido como quieres. No te olvides de que las cosas más saludables como salir a caminar, escuchar música o compartir una tarde con alguien querido siguen siendo gratis.

Compañeros de trabajo
En todos los lugares en los que mucha gente que no se conoce comparte tiempo, ya sea un lugar de trabajo o un lugar de estudio, habrá alguien que no te caiga tan bien como los demás. Es muy común concentrarse en lo irritable que es esa persona y estresarse por tener que hablar con ella de manera obligada. En realidad, es mucho más sano tratar de encontrar algo positivo en la persona que no te gusta, que seguro lo tiene. Si no es evidente, tómalo como un ejercicio e invierte el tiempo que te pasabas hablando mal de esa persona en buscar sus virtudes.

Un examen
Los días previos a un examen o a la presentación de un trabajo suelen ser terribles para los nervios. La inseguridad se apodera de ti y piensas que no serás capaz de estudiar lo suficiente o de terminar de escribir a tiempo. Para no estresarte con esto es importante planificar las semanas anteriores a la fecha clave. Debes tener previsto un plan para avanzar un poco cada día y llegar al momento de la entrega o el examen con calma. Salir a dar un paseo o cualquier actividad recreativa el día anterior resultarán en un mejor desempeño en la prueba.

No saber qué regalar
Se aproxima el cumpleaños de alguien cercano o las fiestas de fin de año y es común posponer la elección del regalo para el último momento. No te frustres si no encuentras el regalo ideal a tiempo, lo importante ese día será tu presencia y tus buenos y honestos deseos de felicidad. Para encontrar el regalo siempre tendrás tiempo, recorre en tu mente las últimas charlas que tuvieron y con seguridad habrá alguna pista de lo que la persona homenajeada está queriendo.

Invitados a cenar
El entusiasmo de haber invitado gente a cenar muchas veces se vuelve estrés en las horas previas, cuando la comida parece a punto de arruinarse o te das cuenta de que no queda un gramo de café en toda la casa. No vale la pena estresarse por esto, ya que los invitados no vienen por la comida sino para compartir un rato agradable. Que todo esté perfecto depende de tu buen humor y tu hospitalidad y no del punto exacto de los vegetales.

Hablar en público
Ya sea una presentación en el trabajo o en la escuela o hasta decir unas frases en el casamiento de unos amigos, hablar en público puede resultar una experiencia traumática para algunos. Para no estresarse en estos casos es importante saber qué se va a decir. No es necesario tenerlo escrito palabra por palabra, pero conocer el contenido y estar a gusto con lo que vas a decir te permitirá trasmitir la confianza necesaria a la audiencia. Ellos no estarán buscando tus defectos sino que se dejarán encantar por tus palabras.

El aspecto físico
El aspecto físico es una preocupación que afecta a todos los tipos de persona. Quienes más o quienes menos, casi todos cambiarían algo de cómo se ven y les angustia pensar en lo que dicen los demás sobre su apariencia. Lo importante para no estresarse con el aspecto corporal es tener confianza de quién eres más allá de cómo te ves. Esto no se logra yendo al gimnasio sino con amor propio. Después, para lo que haya que cambiar del exterior, no vale la angustia sino ponerse pequeñas metas en el día a día que se puedan cumplir y estar determinados al cambio.

El ruido ambiente
Un vecino que ha decidido colgar cuadros mientras estás durmiendo, la música estridente cuando tratas de leer o una mesa de ruidosos turistas en tu restaurante favorito puede instalar el estrés en tu día. En cuanto a los vecinos, siempre puedes probar el camino del diálogo, pero antes de que los nervios te tomen por completo. Debes trasmitir simpatía a la hora de hacer cualquier pedido, sino solo lograrás que suban el volumen de la música. En todo caso, concéntrate honestamente en lo que estás haciendo y el resto del mundo desaparecerá.

Tramitar documentos
Cualquier trámite, sobre todo si es en una oficina pública, puede volverse una situación de estrés si no estás en la sintonía adecuada para acercarte a la ventanilla. Puedes ver los minutos e incluso las horas irse sin que tu trámite se resuelva por una oficina saturada o un papel que te faltó llevar. Para estos casos se requiere mucha calma, ya que no vale la pena preocuparse por lo que no puedes cambiar. Como en todas las situaciones, de tu buena disposición dependerá en gran medida la respuesta de los demás.

Las tareas de la casa
No importa con cuántas personas vivas, siempre una parte del aseo de la casa será tu responsabilidad. Es común sentirse abrumado por la cantidad de trabajo que significa mantener el orden, tanto para quienes pasan gran parte de su tiempo en casa como para quienes solo llegan para la cena. El desorden crece de manera desproporcional y es un estrés mantenerlo a raya. ¡Calma!, basta con asignarle un tiempo determinado de la semana a las tareas de la casa y no obsesionarse con la perfección. A veces un poco de desorden es salud.

Tu cita llega tarde
La espera siempre es una situación que genera tensión, mucho más si es en un lugar público. Ya sea que la cita sea romántica o con una persona amiga, es molesto llegar antes que el otro al lugar acordado. Tampoco por esto vale la pena estresarse. Entra al cine sin culpas, comienza con un aperitivo en el restaurante, pero disfrútalo. Puedes pedir un periódico o lápiz y papel planificar otras actividades que tengas pendientes. Llevar un libro en el bolso es un seguro contra estos imprevistos. Después de leer unos capítulos o algunas noticias, tendrás comentarios en vez de reproches para hacer a tu cita cuando llegue.

Una mudanza
Hay pocas situaciones más estresantes que una mudanza. Todo tu orden se desmorona y tu vida tiene que entrar una serie de cajas que se apilan en todos los rincones de tu casa. Esta gran revolución de los objetos que dormían en las gavetas y armarios puede ser una ocasión única para recordar cómo llegaron allí y repasar, a través de la ropa, los adornos y las fotos, los mejores recuerdos de tu familia. Aprovecha para donar todas las cosas que ya no usas y hacer de la mudanza un momento positivo y renovador.

Un viaje inminente
A muchas personas les genera estrés la proximidad de un viaje, por más que lo hayan estado deseando y planeando durante meses o incluso años. Esto se explica por la angustia de dejar las rutinas y los sitios conocidos, que a nivel consciente o no, son lugares seguros o certezas que dan tranquilidad. Qué quedará fuera de la maleta o qué te esperará al regreso son temas que te desvelan antes de partir. No vale la pena estresarse tampoco por esto, ya que los cambios son oportunidades, no amenazas. Relájate y disfruta de la vida.

Fuente: Ehow





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