El Cuadrado Mágico era un juego infantil publicado a menudo en libros británicos de pasatiempos del siglo XIX, así como en periódicos americanos. Consistía en un grupo de palabras determinadas que habían de quedar dispuestas de modo que las letras se leyeran por igual vertical y horizontalmente. No presentaba ninguno de los intrincados dispositivos ni de los cuadros negros que Wynne introdujo en su juego. Y en tanto el Cuadrado Mágico daba al jugador las palabras necesarias, Wynne creó una lista de “claves” horizontales y verticales, desafiando al jugador a deducir de las definiciones las palabras adecuadas.
En la edición del 21 de diciembre del World, los lectores norteamericanos se encontraron ante la primera versión mundial de un crucigrama. Este pasatiempo dominical no se anunciaba como un nuevo invento, sino que era uno más entre un grupo variado de “ejercicios mentales” contenidos en el suplemento dominical. Y comparado con el nivel de los crucigramas actuales, el de Wynne era más que sencillo, puesto que sólo incluía palabras bien conocidas y sugeridas por unas claves clarísimas. Sin embargo, el juego captó la simpatía del público.
A los pocos meses, el “ejercicio mental” de Wynne aparecía ya en otros periódicos, y a principios de la década de 1920 los principales rotativos de los Estados Unidos presentaban su crucigrama. La editorial Simon & Schuster publicó su primer libro de crucigramas, y en el año 1924 estos libros consiguieron los cuatro primeros puestos en la lista nacional de best-seller. En todo el país, las librerías obtuvieron un beneficio inesperado, ya que los diccionarios se vendían en mayor cantidad que en cualquier otro momento anterior.
En el año 1925, Gran Bretaña sucumbió también a la manía del crucigrama, y una revista observaba que “este pasatiempo se convierte ya en un hábito muy arraigado”. Al poco tiempo, empezaron a aparecer crucigramas en casi todos los idiomas, excepto aquellos que, como el chino, no se prestan a una construcción vertical y horizontal de palabras letra por letra. Los crucigramas llegaron a ser un fenómeno tan internacionalizado que a principios de los años treinta, vestidos, zapatos, bolsos y joyas se adornaban con motivos inspirados en ellos. Si bien otros juegos han aparecido y han acabado por desaparecer, los crucigramas han continuado su carrera ascendente, y hoy se pueden clasificar sin la menor duda como uno de los pasatiempos más populares en casi todos los países.
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