Las selecciones internacionales tienen leyendas que encarrilan su historia y dan color a su hinchada. Una noche gloriosa, una pesadilla sobre el césped o un goleador sorpresa, completan líneas para el recuerdo, pero si hablamos de Sudamérica, los sobrenombres forman parte del juego. Argentina es la albiceleste, Brasil la canarinha y hasta Venezuela, ‘novata’ en la élite, pasó hace tiempo a ser reconocida como Vinotinto. Pero al contrario que sus vecinos sudamericanos, el origen de dicho apodo no encuentra razón en los colores nacionales, sino en los que mostraban hace ya dos siglos los militares y fuerzas armadas venezolanas.El primero en condicionar esa denominación fue José Antonio Anzoátegui, un oficial importante que inició la tradición, siendo pionero para posteriores decisiones. Representarlo en el fútbol llevó muchos más años, porque hasta 1938, nadie había usado ese color que por allí también tachan de borgoña. Por entonces, Venezuela iba a disputar los Juegos Bolivarianos en Bogotá y el Comité Olímpico Internacional le asignó esa vestimenta porque, según creencias nacionales, mezclando amarillos, azul, y rojo (colores de la bandera de Venezuela), resulta dicho color.
Desde ese momento, Venezuela pasó a denominarse la selección vinotinto aunque es cierto que, en algunas fases de su historia, se alteró dicha combinación. Por ejemplo, en la Copa América de 1993, la selección venezolana utilizó uniforme blanco, con la bandera en forma vertical en el pecho. Un recuerdo cercano que no rompe la historia del fútbol, Venezuela y la ‘vinotinto’, cuya traducción cotidiana en España nos recuerda alguna que otra borrachera en honor al dios Baco.
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Fuente: www.elenganche.es
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