Durante sus tiempos como jugador, Johan Cruyff mantenía dos costumbres bastante extrañas. La primera de ellas se producía antes de comenzar a jugar los partidos con el Ajax de Holanda. Cruyff se acercaba al arquero del equipo, Gert Bals, y le daba una palmada de la buena suerte en la barriga. La segunda cábala consistía en escupir el famoso chicle que mascaba previo a los partidos, en el lado que ocuparía el rival durante el primer tiempo. El crack holandés confesó que olvidó repetir este ritual antes de la final de la Copa Europea de 1969. Su Ajax perdió ese encuentro por 4 a 1 frente al Milan y a partir de ese día, Johan nunca más omitió la graciosa costumbre.
Fuente: Ehow
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