Luego de un mes de trabajo, día y noche con fiebre, la concluye. Una mañana de diciembre toma un sendero indígena y busca un lugar apartado donde las hormigas devoren su cadáver y bebe a largos sorbos una solución de arsénico. Los vómitos no lo dejaron tomar más de dos o tres tragos.
A la mañana siguiente, volvió a su casa a pintar.
@LaNotaCuriosa
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