En esta situación, el obispado de Arras, su pueblo natal, le otorgó una beca para estudiar, y Robespierre la aprovechó, porque según parece era el mejor de su clase. Seguramente fue así durante gran parte de su vida.
Y ser el primero de la clase le llevó a ser el responsable del discurso de honor y bienvenida al rey Luis XVI, cuando este pasó por el lugar. El rey estaba recién coronado y esa ocasión no sería la última en la que se cruzaran la vida de Robespierre y Luis XVI, como todos sabemos. Pero esta primera situación, ya tuvo sus detalles interesantes.
El rey pasaba por allí, su carroza paró para recibir las adulaciones y Robespierre comenzó a leer su discurso, evidentemente, cargado de loas y honores. Pero tan mala suerte tuvo aquel niño, que comenzó a llover ligeramente y el rey dio la vuelta, subió a su carroza y siguió camino, dejando a aquel niño con la palabra en la boca y el discurso a medias.
Es obvio que este hecho no es determinante para nada en el futuro, pero cuando Robespierre era un hombre poderoso, y tras abolirse la monarquía francesa en 1792, Robespierre reclamó insistentemente la ejecución del rey Luis XVI, y finalmente la Convención Nacional condenó a muerte al monarca, que fue guillotinado el 21 de enero de 1793, en la plaza de la Revolución.
Fuente: Curistoria
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