Las ilustraciones pueden mirarse como una especie de retrato hablado de los horrores que se sufren en las cárceles de Corea del Norte, en donde según estadísticas de Amnistía Internacional, más de 200 mil personas se encuentran privadas de su libertad.
Por otro lado, el esfuerzo de Kim Kwang-Il resulta admirable en muchos sentidos, tanto por su valentía para denunciar esta deleznable situación como, por otro lado, por su esfuerzo personal para rememorar el sufrimiento padecido y lenta, pacientemente, empuñar el trazo que hiciera irrumpir la escena de dolor y tortura. Un poco como los sobrevivientes de los campos de exterminio nazis (por ejemplo, el italiano Primo Levi en Si esto es un hombre), este norcoreano fue capaz de sobreponerse a ese indecible trauma y convertirlo en motivo de exigencia y reclamo para que eventualmente cese e incluso se castigue a los culpables.
Los dibujos fueron difundidos por la Organización de las Naciones Unidas a través de su Comisión para la Investigación en Derechos Humanos en la República Democrática Popular de Corea, la cual elaboró un copioso reporte sobre “las sistemáticas, abundantes y graves violaciones a los derechos humanos [que] se han cometido y se comenten por instituciones y oficiales” del país. Incluso este panel recomienda, como una de sus conclusiones, llevar a Kim Jong-Un ante la Corte Criminal Internacional del Consejo de Seguridad de la ONU por las atrocidades que, se dice también, son “perturbadoramente similares” a las cometidas por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: PijamaSurf
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