Alien (1979)
En el guión original de este filme de Ridley Scott, el monstruo atrapaba a la teniente Ripley, pero en el último instante, en vez de matarla, la dejaba marchar. Era un intento de humanizar ligeramente al monstruo, demostrando que permitía vivir a la chica por haber sido una buena adversaria.
Drácula (1897)
El novelista irlandés Bram Stoker había previsto un clímax mucho más desatado del que terminó publicándose. En su mente estaba la idea de que la heroína, Mina Harker, dejaba a su prometido, Jonathan, y se entregaba voluntariamente al monstruo para que la convirtiera en vampira y pasar junto a él la eternidad. Pero su editor le hizo desistir de la idea, haciéndole ver que tal desenlace habría sido "dinamita" en la puritana sociedad victoriana.
El libro de la selva (1894)
En la primera versión que redactó Rudyard Kipling, Mowgli era asesinado por el tigre Shere Khan. La moraleja que quería mostrar el autor es que el poder de la jungla siempre acaba devorando al hombre. Pero la editorial le presionó para cambiarlo por otro menos sombrío, en el que el protagonista logra acabar con el sanguinario felino haciendo que lo aplaste una manada de bueyes.
El resplandor (1980)
En el guión, el personaje de Jack Nicholson se perdía en el laberinto (mientras su hijo y su esposa escapaban del lugar), pero no se le veía morir. Existía a continuación una escena adicional en la que la madre estaba ingresada en un hospital, recuperándose de la crisis nerviosa provocada por los terroríficos acontecimientos vividos, mientras el niño jugaba tranquilamente en el pasillo. Entonces, una pelota amarilla (como la que le lanzaban los espíritus en el hotel en una secuencia anterior) se acercaba rodando hacia él. Esta conclusión pretendía ser ambigua: dar a entender que Nicholson había sobrevivido y acechaba a su familia en el hospital, o que había muerto pero seguía acosando a sus seres queridos desde el más allá. De cualquier forma, la amenaza persistía.
Atracción fatal (1987)
El famoso filme sobre un hombre casado que tiene una relación adúltera con una mujer que se obsesiona enfermizamente con él tenía previsto acabar de un modo más fatalista. El personaje de Glenn Close, al comprender que su amante (Michael Douglas) se ha reconciliado con su mujer y sus hijos y que ya nunca volverá a verle, se metía en una bañera de agua caliente y se degollaba a sí misma. Pero los productores pensaron que esta conclusión la convertía a ella en una víctima y a él en un canalla, y obligaron a rodar un nuevo desenlace en el que ella, transformada en psicópata, trata de asesinar a Douglas y su familia.
Casablanca (1942)
Cuando empezó a rodarse esta famosa película de Michael Curtiz, el guión no tenía aún un final previsto. Las posibilidades barajadas fueron muchas: que los personajes de Bogart y Bergman acabaran juntos; que ella muriera y, por tanto, nadie se quedara con la chica… A última hora, se optó por el mítico desenlace que todos conocemos, en el que Bogart se sacrifica y deja que la mujer de su vida se vaya con el líder de la resistencia antinazi, Victor Laszlo.
La naranja mecánica (1971)
El guión de esta versión de la novela de Anthony Burgess sobre la violencia urbana acababa con su sádico protagonista, Alex, supuestamente reinsertado: casado, con hijos y llevando una vida familiar aparentemente feliz. Pero el plano final nos mostraba cómo, ocasionalmente, salía de su casa con una excusa peregrina para perpetrar un acto de ultraviolencia. Se cambió por otro menos explícito pero más sugerente. Alex, aparentemente curado, sonríe malévolamente al quedarse a solas.
Pinocho (1882)
Quien haya leído esta novela de Carlo Collodi se habrá sorprendido al descubrir que la primera mitad es de una crudeza y un realismo casi atroz, en la que el célebre personaje se comporta como un pícaro sin escrúpulos, mientras que en la segunda parte se trasforma en un ser más idealista y bondadoso. ¿La razón? El autor tenía previsto finalizar su novela en el capítulo 15, con Pinocho siendo ahorcado por el Zorro y el Gato como castigo a sus ambiciones. Llegó incluso a escribir el cruel desenlace: "No tuvo fuerzas para decir nada más. Cerró los ojos, abrió la boca, estiró las piernas y, dando una gran sacudida, se quedó tieso". Horrorizado, su editor le obligó a suprimir ese pasaje y a escribir otros veinte capítulos de carácter más infantil.
Pretty woman (1990)
Aunque resulte difícil de creer, en el guión original, el personaje de Richard Gere estaba casado, y al terminar la historia acababa separándose con gran pesar de su corazón de la prostituta interpretada por Julia Roberts y regresando con su esposa. Pero tras el primer "test screening" (pase de prueba que se realiza con espectadores elegidos al azar), la reacción del público fue tan negativa que se rodaron nuevas escenas para convertir al personaje de Gere en soltero y hacer que en el último instante se quedara con la chica.
Dr. Strangelove (1964)
Esta comedia negra de Stanley Kubrick sobre los peligros de una guerra atómica terminaba originalmente con una batalla de tortas de crema entre rusos y americanos (que sí llegó a rodarse) en la ONU. Pero al director no le convenció, y filmó el que actualmente se conoce, más absurdo y simbólico, pero también más divertido: el científico paralítico interpretado por Peter Sellers se levanta de su silla y grita: "¡Puedo andar! ¡Heil, Hitler!"
@CapsulaCinefila
Fuente: quo.es
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