La leyenda, según el ángel Uriel, relata que el espíritu llegó al planeta proveniente de una galaxia lejana y se instaló en la región Norte, en lo que hoy se conoce como la península escandinava.
El espíritu de la Navidad es concebido no como una persona de carne y hueso, a pesar de que la leyenda así lo describe, sino más bien como una energía que viene desde del centro de nuestro sistema estelar y que llega año tras año para repartir, más que cosas materiales, aquello de lo cual los seres humanos no pueden prescindir: paz, amor, armonía y alegría.
Quienes creen en la llegada del Espíritu de la Navidad celebran el 21 de diciembre, exactamente entre las 10:00 y las 12:00 de la noche, un ritual para dar su bienvenida. El día anterior, limpian la casa, con el fin de recibirlo libre de energías negativas y luego al día siguiente, después de la cena, encienden velas de color azul y aromas de mandarina o limón.
Los deseos que se le piden se escriben en orden de prioridad de mayor a menor y se recomienda pedir en primer lugar por el bienestar y la paz mundial hasta llegar a los deseos más personales. Se cortan en tiras y se guardan hasta la visita del año siguiente para que se puedan quemar sólo aquellos que se cumplieron.
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