Las posibilidades de sufrir un infarto cerebral o un ataque al corazón tras la muerte de un ser querido se duplican durante los primeros 30 días tras el fatal suceso. Esta es la conclusión del estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).
Lo conocemos como el síndrome del corazón roto. Aunque la clave, en este caso, viene dada por la edad. El dolor por la pérdida de un ser querido conduce a más estrés y también puede provocar el olvido o el desinterés por continuar con tratamientos médicos; así pues, el dolor aumenta los riesgos cardiovasculares. Todo ello hace que el duelo se convierta en un factor de riesgo, sobre todo entre las personas mayores de 60 años, tanto hombres como mujeres; de ahí que la frase de tener el “corazón roto” sea más literal y cercana de lo que a priori podría esperarse.
Fuente: Muy Interesante
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