
La urna está hecha de un anillo de cerámica con los detalles de la persona muerta, un contenedor de corcho y un corcho que sella. Los familiares pueden poner las cenizas del difunto en la urna y llevarla a casa junto con un árbol de cerezo en una maceta biodegradable. Cuando están listos quitan el corcho y agregan tierra dentro de la urna, y el pequeño árbol puede ser plantado en las cenizas.
Después de haber dado al árbol un poco de tiempo para crecer, la urna puede plantarse en un jardín, en dónde el contenedor de corcho puede comenzar su proceso de degradación, dejando solamente el anillo de cerámica en la superficie como una marca conmemorativa del difunto y un hermoso árbol de cerezo emergiendo de él. Esta idea transforma la visión “estática” que tenemos de la muerte hacia una fluída, agradecida y viva.
Fuente: Ecoosfera
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