Para la investigación los científicos contaron con un primo hermano de los pingüinos: el arao. Midieron la energía que utilizaba para cada acción descubriendo, que si bien podía nadar con total facilidad, el vuelo era muchísimo más agotador.
Según John Speakman, autor del estudio, “Estas aves tienen las alas muy cortas y tienen que batirlas a una velocidad increíble para permanecer en el aire. Para ellos, es extenuante”. Posiblemente, en el momento de enfrentarse a la evolución, el pingüino pasó por un gran dilema: permanecer en el aire o perfeccionar su agilidad para surcar los mares.
Fuente: Quo
Seguir a @Culturizando
Culturizando no se hace responsable por las afirmaciones y comentarios expresados por sus columnistas, anunciantes o foristas; y no reflejan necesariamente la opinión de la misma.
Culturizando se reserva el derecho a eliminar aquellos comentarios que por su naturaleza sean considerados ofensivos, injuriantes, fuera de la ley o no acordes a la temática tratada.
En ningún momento la publicación de un artículo suministrado por un colaborador, representará algún tipo de relación laboral con Culturizando.
Tweet