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domingo, 10 de junio de 2012

Reflexión: Cuando no obtuve lo que deseaba, gané lo que necesitaba

Fórmula para alcanzar el éxito en la vida: Metas + estrategia + trabajo = Victoria


Así nos enseñan desde pequeñitos. Primero en la casa, lo refuerzan en la escuela y los catedráticos se encargan de pegarlo como un sello indeleble en el cerebro cuando estamos en la universidad. “Una vida sin propósito definido es una vida sin sentido”.

Repiten una y otra vez los psicólogos en sus charlas de desarrollo personal y algunos ministros en sus sermones. En más de una ocasión hemos escuchado “personas de éxito” dar testimonio sobre la importancia de plantearse metas, diseñar una línea de tiempo para la consecución de cada objetivo y trabajar sin cesar para alzarse con la victoria. De esta forma hacemos un esquema de lo que según nuestras capacidades queremos alcanzar. Muchos se cansan y se distraen en el camino, no llegan a veces ni al primer escalón; otros trabajan enfocados, con dedicación, desarrollan sus capacidades, pero aunque cumple en su tiempo los primeros objetivos y exhibe las cualidades necesarias para alzarse con la vitoria… esta parece estar cada día más lejos.

Nadie nos explica que a veces la victoria no está en el lugar que deseamos y debemos ser lo suficientemente flexibles para reconocer y seguir las señales que nos conducen hacia otra parte (donde está nuestro verdadero propósito). Lo difícil es que esa otra parte puede ser un lugar que nunca estuvo entre nuestras consideraciones, un destino que más que victoria, parece un castigo.

Por ejemplo: El objetivo de toda mujer embarazada es tener hijos sanos. Cuando mi amiga Roxana (que siempre fue un poco alocada) se enteró de estaba embarazada por segunda vez siguió todas las indicaciones de los médicos para llevar un embarazo saludable y tener un bebé sano, a pesar de todas las precauciones su bebé nació con síndrome de Patau. La esperanza de vida era de tres meses, como mucho un año, los días siguientes a su nacimiento harían que el hospital se convirtiera en su segundo hogar y cambiaría por completo su vida. Para cualquier padre este tipo de diagnóstico es una tragedia, pero esta “tragedia” se ha convertido en un gran milagro que ha hecho de mi amiga, una mujer que jamás imaginé podría llegar a ser.

La pequeña cuya esperanza de vida era de un año (en el pronóstico más optimista) acaba de celebrar su cumpleaños número cuatro y ya se prepara para dar sus primeros pasos, ha sido un tiempo en que se ha experimentado dolor, impotencia, amor y mucha fe. Roxana se ha convertido en un ejemplo de madre. Trabaja, no cuenta con el apoyo de su pareja (aunque su familia ha estado incondicionalmente a su lado), es miembro activo de la fundación que presta ayuda a su pequeña y la fan principal del equipo de futbol en el que juega su hija mayor (en ningún momento la ha descuidado). Ella ve el milagro en sus hijas, yo veo el milagro en ella y creo que a pesar de que le queda un largo y duro camino por andar ya se ha alzado con la victoria.

Otro ejemplo en el que la fórmula de la victoria no siempre se cumple es en el ámbito laboral. Nos preparamos toda nuestra vida académica para obtener ese “gran empleo” que a pesar de toda nuestra preparación y de los cumplidos de “tienes mucho talento” que nos hacen nuestros conocidos, se nos va de las manos. No hay nada más frustrante que ese momento en el que estás a un paso de conseguirlo, te va bien en entrevistas y exámenes, pero por alguna razón que no logras entender no te contratan. Por experiencia propia puedo decir que reponerse de un bajón de esos requiere un ejercicio de reflexión y reforzamiento de la autoestima que toma varios días (a veces semanas), pero luego entiendes que aunque era lo que con todas tus fuerzas deseabas, aquello no era lo que necesitabas (por lo menso no en ese momento).

Mientras estamos vivos lo único seguro es que no hay nada seguro. El futuro es y será siempre una incógnita que vamos a descifrar con el paso del tiempo, y aunque es bueno tener un plan para nuestras vidas hay que dejar algo de flexibilidad para las contingencias, por si se da un cambio de rumbo, para conseguir la victoria aunque esté en otra parte sin mayores frustraciones en el proceso (porque una son las dificultades propias de conseguir una meta, y otra las frustraciones cuando nos resistimos a transitar el camino que nos lleva a ella).

Mi profesor de Teoría Administrativa decía: “La administración es contingencial o situacional, por lo que no hay una forma específica que dicte la forma de conseguir el éxito en cualquier empresa”
Así mismo es la vida, no hay una manera definitiva de vivir que nos garantice el éxito, por lo que tendremos que ser pacientes para descubrir la que ajusta a nosotros. No siempre podremos obtener lo que deseamos, pero siempre llegará lo que necesitamos. Si mantenemos la mente abierta y la flexibilidad necesaria para adaptarnos a la situación que se presente, vamos a descubrir la forma de alzarnos con la victoria.

Una colaboración de @fioresita para @Culturizando

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