Marcel Proust nació en París, Francia, el 10 de julio de 1871, fue el hijo mayor de Adrien Proust, un prestigioso epidemiólogo y Jeanne Weil. En 1880 tuvo su primer ataque de asma, afección que ya no le abandonaría y por la cual recibió continuos cuidados de su madre.
Proust realizó sus estudios secundarios en el liceo Condorcet, donde afianzó su vocación por las letras y tras cumplir el servicio militar en 1889 en Orleans, asistió a clases en la Universidad de La Sorbona y en la École Livre de Sciences Politiques.
Durante los años de juventud llevó una vida mundana, publicando en 1896 su primera obra, una recopilación de relatos con estilo decadente. En 1905, tras la muerte de su madre, Marcel Proust se deprime, sintiéndose sólo y deteriorándose su estado de salud, viviendo recluido en su casa, trabajando de noche y tomando café en grandes cantidades.
Entre 1913 y 1927 escribe una serie de novelas llamadas "En busca del tiempo perdido" que consta de siete entregas, las tres últimas publicadas en forma póstuma, siendo premiada con el Goncourt la segunda, "A la sombra de las muchachas en flor" (1919).
En pleno aislamiento social, Marcel Proust se dedicó enteramente a su obra, siendo publicados los últimos volúmenes en forma póstuma por su hermano Robert. Proust falleció en París, el 18 de noviembre de 1922.
La importancia de la obra de Marcel Proust reside en el desarrollo psicológico de los personajes y en su preocupación filosófica por el tiempo, al que trató como un elemento al mismo tiempo destructor y positivo.
Sus principales obras son:
Por el camino de Swann (1913)
A la sombra de las muchachas en flor (1919)
El mundo de Guermantes I y II (1922)
Sodoma y Gomorra I y II (1923)
La prisionera (1925)
El tiempo recobrado (1927)
Y estos son algunos de sus mejores pensamientos:
“El pueblo se inquieta al ver llorar, como si un sollozo fuera más grave que una hemorragia”.
“Se ha llegado a decir que la más alta alabanza de Dios está en la negación del ateo, que encuentra la Creación lo bastante perfecta como para poder prescindir de un Creador”.
“Como todo el que no está enamorado, él piensa que se puede elegir a la persona amada en base a interminables deliberaciones sobre sus ventajas e inconvenientes”.
“No hay vicios que no encuentren entre la alta sociedad apoyos complacientes, y se ha visto trastornar la distribución de un castillo para hacer que una hermana durmiera cerca de su hermana cuando se ha sabido que no la amaba sólo como hermana”.
“Cabe preguntarse si en ciertas clases populares no existe más duplicidad que en la alta sociedad, que sin duda se reserva para nuestra ausencia las frases descorteses, pero cuya actitud hacia nosotros no seria insultante si estuviéramos apenados”.
“Cada clase social tiene su patología”.
“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos sino en tener nuevos ojos”.
“A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear”.
“El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir”.
“Nuestro corazón tiene la edad de aquellos que ama”.
“A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas”.
“El amor es una enfermedad inevitable, dolorosa y fortuita”.