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viernes, 19 de junio de 2015

Reflexión: Lo que nos queda

Recuerdo cuando era pequeña y hacía algunas proyecciones de mí hacia el futuro; independiente, realizada, madre soltera. Sí, madre soltera. Viniendo de una familia nuclear es muy extraño que hiciera ese tipo de conclusiones, pero así me veía yo. Han pasado los años, me he desengañado millones de veces del futuro, he descubierto y vivido cosas que nunca imaginé y también he ido entendiendo aquellos sentimientos que tenía sin razón aparente.


No fui la quinceañera que soñaba con vestirse de gala y bailar en un pasillo de fiesta con el chico más lindo que pudiera atraer, o que su mamá le pudiera conseguir. Me disfruté un montón la única fiesta de quince años a la que me dejaron ir (y me fueron a buscar exageradamente temprano jajaja) pero no era lo que quería para mí. Yo quería una laptop (que en aquel momento era casi tirar piedras a la luna), zapatos de punta, traje ejecutivo y comerme el mundo en una de esas reuniones de negocios. Se nota que no tenía idea de lo que en realidad pasa en una reunión de negocios, de la pérdida de tiempo que a veces significa presentar tus ideas al jefe (porque aunque haya más gente, generalmente las decisiones determinantes las tomará él), tampoco había tomado en cuenta los estereotipos, los malditos estereotipos que hacen que por ser mujer, ser negra, ser latina y venir de un asentamiento informal pondrán en dudas tus criterios; que esos factores a veces harán que ni siquiera se tome realmente en cuenta lo que dices y que para algunas personas tus palabras no sean más que un ruido, con suerte, un ruido molesto.

Y del amor, qué puedo decir del amor?! (Inserte suspiro). Lo primero es desintoxicar la mente de las ideas que nos venden, lidiar con la manada de osados que no han hecho el menor esfuerzo por construir su propio carácter y se sienten con derecho a cortejarte, mantenerte a flote mientras consideras aceptar la compañía de alguien que dice quererte, hasta que siente que cuenta con tu atención, y cuidarte de aquellos que tienen sus matrimonios socialmente perfectos pero sueñan con una mujer tan compleja como tú y hacen lo imposible por que le hagas caso, sin embargo, nunca te sacarán de la clandestinidad.

Por otro lado está la familia, esos que tanto te cuidaron para que todo fuera bien contigo mientras crecías, que se esforzaron por cultivar en ti el amor por el saber para que te fuera bien en la escuela, ellos también se llenaron de orgullo cuando terminaste la universidad a tiempo y te apoyaron cuando se te ocurrió la idea de hacer una maestría. Ahora ruegan al Señor en sus adentros porque "metas la pata" y consigas aunque sea un embarazo que te libere de la clasificación "solterona". Qué irónica es la vida!

Me resisto a aceptar que esto es lo que nos queda :/

Sería muy deprimente sumergirse en la maravillosa, apasionada y enriquecedor trama de un libro para luego despertar en una realidad en las que por más que te esfuerces, el mundo espera que estés feliz siendo una segundona y que tu brillantez solo sirva para espantar los más idiotas y atraer hombres comprometidos. Ser otra de esas mujeres interesantes que no entiendes por qué rayos se ha quedado sola.

Prefiero atreverme a soñar con que algún día me sentaré a agradecer "mi extraordinaria vida ordinaria", una existencia que burló los estereotipos, no perdió su tiempo con incapacitados mentales por elección, y encontró compañía para tentar el destino y atreverse a ser feliz. Alguien que no se conformó con "lo que nos queda".

Por Fiores Fiorentino @Fioresita





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