La prosperidad suele asociarse a la riqueza económica y a la abundancia de bienes. La cantidad de riqueza o dinero que puede considerarse como abundante, sin embargo, es subjetiva; por eso puede definirse la prosperidad como el bienestar material que permite liberar a la persona de las angustias económicas.
Una visión menos materialista resalta que muchas personas tienen riquezas pero no prosperidad, ya que no se sienten afortunadas ni creen en el curso favorable de las cosas. En otras palabras, es correcto decir que la prosperidad consiste en tener aquello que una persona quiere y necesita para su vida, ya sea en el planeo material, en el plano espiritual o en ambos.
En resumen, la prosperidad no es exclusiva de las personas que tienen a su nombre grandes sumas de dinero y abundantes bienes materiales, sino que responde a cuestiones muy propias de cada una, que tienen relación con sus expectativas y sus ambiciones.
Esta semana reflexionamos sobre la prosperidad, y citamos al maestro Séneca, que la describió muy sabiamente: «La prosperidad que más dura es la que vino despacio»
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