Los animales más comunes en esta práctica son las hormigas, aunque también puede darse con caracoles, ranas, abejas o gusanos. Todas aquellas personas que sufren esta parafilia sienten una gran excitación cuando estos insectos o pequeños animales caminan, muerden o pican por las zonas en las que son colocados (provoque esto heridas o no) o con cualquier desplazamiento por el cuerpo que genere algún tipo de estimulación sexual.
Los formicofílicos suelen tener fantasías sexuales con animales cubriéndoles el cuerpo e introduciéndose por las diferentes cavidades del mismo.
Las zonas del planeta en las que existe más inclinación hacia la formicofilia son aquellas en vías de desarrollo, puesto que los insectos tienen un acceso más directo a los hogares y por tanto también al contacto con las personas que viven allí.
Con información de Muy Interesante
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