San Valentín, por entonces obispo de Interamna, se opuso, invitando a las parejas de jóvenes enamorados a acudir a él para unirlos en secreto en el sacramento del matrimonio. Enterado el emperador de estas prácticas contrarias a su decreto, le hizo llamar y trató de convencerlo de su tesis, exigiéndole el cumplimiento de su mandato, o podría ser ejecutado. Valentín se negó a abjurar de sus convicciones e, incluso, trató de convertirlo a él al cristianismo.
El 14 de febrero de 270, San Valentín fue apaleado, lapidado y finalmente decapitado.
Cuenta también la leyenda que mientras el obispo esperaba el cumplimiento de su sentencia, se enamoró en la cárcel de la hija ciega de su carcelero, Asterius, y que gracias a su fe le devolvió milagrosamente la vista. Al despedirse, dejó un mensaje para la muchacha, que firmó ‘’De tu Valentín’’.
Doscientos años después, el papa Gelasio instituyó la festividad de San Valentín, considerándolo santo patrón de los enamorados, lo que, andando el tiempo, daría lugar a la costumbre del ‘Día de los Enamorados’ o ‘Día de San Valentín’.
Por Ángel Daniel Fernández @andafero
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