Para encontrar la fuente de estos placeres no hay que esforzarse demasiado: basta buscar en YouTube vídeos con la etiqueta ASMR, donde aparecen mujeres susurrando, doblando toallas, tamborileando con los dedos, desenvolviendo un regalo o realizando cualquier tarea banal de forma repetitiva durante un mínimo de veinte minutos. Aunque en ocasiones la sesión supera la hora de duración.
Por absurda que pueda sonar la idea de contemplar este tipo de escenas, el fenómeno gana adeptos. La anfitriona más popular es Maria, alias GentleWhispering, que creó su canal en febrero de 2011. Desde entonces, el número de visitantes ha crecido exponencialmente: va por 85 millones de visualizaciones y 300.000 suscriptores. Tampoco se queda corto el canal de Heather Feather, otro de los más populares con casi 37 millones de visitas y más de 180.000 adeptos.
¿Terapia eficaz o chorrada para ultramodernos? Las opiniones son dispares. Brad Schmidt, director de la Unidad de Ansiedad y Salud Mental del Departamento de Psicología de la Universidad de Florida, responde a la pregunta de si cree que las susurradoras pueden abrir nuevas vías terapéuticas con un rotundo “no”.
Por el contrario, el profesor Roumen Kirov, del Instituto de Neurobiología de la Academia de Ciencias de Bulgaria, está a favor de explorar el ASMR desde el punto de vista clínico. “En mi opinión, debería hacerse abordando cuestiones teóricas, como el principio de la energía libre, la codificación predictiva –procesamiento neuronal de la información que se adelanta a los estímulos visuales– y el sueño lúcido”, indica este experto en neurodinámica.
Con información de Muy interesante
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