Este texto trata sobre el amor y serviría para conformar la idea de lo que más tarde se conocería como “amor platónico“.
Tras la celebración de un banquete organizado por el poeta trágico Agalón, se pide a varios invitados que elogien a Eros, dios del amor. Los invitados van improvisando sus elogios al amor hasta que llega el turno del poeta de comedias griego Aristófanes.
Aristófanes narra que, en un principio, la raza humana era prácticamente perfecta. Los humanos éramos tan perfectos tan perfectos, que teníamos forma de esfera como las naranjas; estos súper-hombres con forma de naranja, poseían dos rostros en lados opuestos sobre la misma cabeza, con cuatro piernas y cuatro brazos que empleaban para desplazarse rodando; debía ser todo un espectáculo.
Se creían tan perfectos y eran tan soberbios, que se creyeron dioses y su enorme vanidad les llevó a enfrentarse a los propios dioses.
El soberano de dioses, Zeus, molesto por tanta soberbia, los castigó. La reprimenda consistió en algo un tanto drástico, partió a los hombres esféricos como naranjas por la mitad con el poder de su rayo; parece ser que el rayo de Zeus no era como un bisturí y el corte no quedaba muy limpio, colgando carne por aquí y por allá. Así que mandó a Hermes, que era un dios que le hacía de mensajero y le encomendó que a cada uno le atara el pellejo sobrante alrededor del ombligo.
Ya recuperados de este castigo, los seres deambulaban de aquí para allá algo tristes buscando siempre a su otra mitad, si alguna vez por casualidad llegaban a encontrarse con esa media parte, se abrazaban sin soltarse hasta que morían de inanición.
Zeus, vio que se había pasado un poco con el castigo. Como buen dios, fue misericordioso y se compadeció de los humanos. Volvió a llamar a Hermes y esta vez le pidió que les girase la media jeta que les habían dejado hacia el mismo lado donde tenían el sexo: de esta forma, cada vez que encontraran a su otra mitad, podían gozar sexualmente y si se trataba de las dos mitades de un ser andrógino, además de placer, podía darse el caso de que tuviesen descendencia.
Desde este castigo de Zeus, la condena de los humanos es la de buscar de manera incesante a nuestra media naranja darnos un abrazo, intentando fundirnos en estrujones tratando de conseguir ser más “completos” como cuando éramos una naranja entera.
Zeus, con buen criterio no se fiaba de la naturaleza humana, así que amenazó con cortarnos de nuevo en dos mitades. De esta forma, caminaríamos dando saltitos sobre la única pierna que nos quedaría, a la vez que agitaríamos el brazo.
El episodio de la media parte que vagaba en busca de su otra media parte y que cuando la encontraba, se abrazaban hasta morir es muy bonito, siendo el origen y lo que dio fama a la expresión “encontrar a tu media naranja”.
La historia de Platón sobre que somos mitades buscando nuestro otro medio como una media naranja, es poderosa y ha calado con el paso de los años hasta arraigarse en la cultura y hablar popular.
@LaNotaCuriosa
Fuente: www.naranjasche.com
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