
Voorhes fue conducido a una sala donde encontró no sólo lo que buscaba, sino un anaquel entero lleno de cerebros “anormales”: “Algunos eran enormes, otros realmente pequeños. Había uno que no tenía ni una sola arruga. No sé ni siquiera cómo explicarlo.”
Los cerebros se acumularon por 30 años gracias a la labor de un antiguo médico que trabajaba en el Austin State Hospital, quien se encargó de preservarlos para la posteridad; a mediados de los 80 fueron objeto de una disputa legal, entre UT y Harvard, que finalmente ganó la primera.
Sin embargo, la colección cayó en el olvido y todos los registros médicos asociados a la colección se perdieron. Las únicas pistas son las marcas de identificación de algunos de los cerebros, que describen la enfermedad que tenía el paciente así como la fecha; algunas enfermedades o características especiales incluyen el síndrome de Down, microencefalia e hidrocefalia. Luego de documentar 230 imágenes, Voorhes planea lanzar un libro documentando la historia de los cerebros olvidados.
Fuente: Co.Exist | Pijamasurf.com
Seguir a @Culturizando
Tweet