Estudios recientes sugieren que, por término medio, cada estadounidense miente 11 veces por semana. Para tratar de averiguar si vivir siendo más honestos mejoraría nuestra salud, Anita E. Kelly y sus colegas trabajaron con 55 personas personas durante 10 semanas pidiéndoles que redujeran al mínimo las mentiras cotidianas de forma premeditada, mientras en paralelo se hacía el seguimiento a un grupo control al que no se le había dado ninguna instrucción sobre cómo comportarse.
Analizando en el laboratorio una serie de parámetros ligados a la salud comprobaron que las personas que reducían su tendencia a decir mentiras estaban más sanas, menos tensas y, sobre todo, sufrían menos dolores de cabeza y menos problemas de irritación de garganta que el resto de los participantes.
El estudio, bautizado también como "La ciencia de la honestidad", revela que la mayoría de las mentiras cotidianas o bien se trata de falsas excusas para explicar por qué llegamos tarde a un sitio o dejamos incompletas ciertas tareas, o bien son fruto de la tendencia a exagerar los éxitos y talentos propios "adornándolos" con pequeños embustes.
Fuente: Muy Interesante
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