Encontraron que el público prefiere los mensajes positivos, los que promueven acciones específicas, como comer frutas y verduras todos los días o realizar ejercicio. Además, los más motivantes fueron aquellos que no mencionaban la obesidad en ningún momento. Por ejemplo, el favorito fue el de la primera dama, Michelle Obama, “Let’s Move” y “Muévete todos los días”.
Por otro lado, causaron rechazo los anuncios que insinuaban que los padres eran culpables por la obesidad de sus hijos, los que atacaban directamente a la obesidad de los niños, o incluso mensajes ambiguos como: “You have the strength to take control of your health” (tú tienes la fuerza para tomar control de tu salud) o “It’s not a diet, it’s a lifestyle” (no es una dieta, es un estilo de vida). que anuncian que hay que cambiar los hábitos, pero no dice cuáles ni cómo.
Rebecca Puhl, la líder del proyecto, dice que a pesar de todo el dinero que se invierte en estas campañas, no se ha investigado la efectividad o el daño de los mensajes: “considerable evidencia ha demostrado que los individuos que se sienten tachados con respecto al sobrepeso consumen más calorías, adoptan malos hábitos alimenticios, y evitan hacer ejercicio”. Además, otros estudios han revelado que exponer a la gente a imágenes ofensivas empeora su actitud contra las personas obesas.
El truco está en encontrar una forma de mandar mensajes anti-obesidad sin el lado anti-obesos.
@Culturizando
Fuente: ecoosfera.com
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