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jueves, 14 de abril de 2011

¿Dónde está el orgasmo que no llega?

"Al comienzo no alcanzaba ningún orgasmo; incluso ni sabía de qué hablaba Alejandro cuando decía que deseaba que yo alcanzara un orgasmo, desconocía esa sensación. Pero me sentía atraída y disfrutaba de nuestros encuentros. Me gustaban sus caricias y sus besos, pero me quedaba con la sensación de querer más. Leyendo una revista me enteré que lo que me pasaba era que no podía alcanzar el orgasmo. Intenté hacer algunas cosas, disfruto mucho más de todo pero cuando llega el momento no puedo”, me cuenta Viviana de 28 años.


La incapacidad para experimentar el orgasmo, sola y/o con la pareja, es un problema femenino frecuente. Conocido científicamente como disfunción orgásmica o anorgasmia, implica una inhibición específica de la fase orgásmica de la respuesta sexual. Se habla de una disfunción orgásmica primaria cuando la mujer nunca experimentó un orgasmo; y cuando la dificultad aparece luego de un período en el que sí fue capaz de alcanzarlo nos hallamos ante una disfunción orgásmica secundaria. A su vez, la disfunción orgásmica puede ser absoluta - si la mujer es incapaz de alcanzar un orgasmo, sea por coito o por estimulación clitorídea, bajo ninguna circunstancia – o situacional - si sólo lo alcanza en ciertas circunstancias específicas.

Las mujeres que no alcanzan el orgasmo se excitan, gozan y lubrican abundantemente. Algunas, al no alcanzar el orgasmo se siente desamparadas y deseosas por acceder a lo que suponen que el resto de las mujeres alcanzan; la posibilidad de un nuevo encuentro sexual les produce angustia, miedo de volver a fracasar y esto hace que eviten las relaciones. Otras por temor a dejar de ser amadas intentan complacer a su compañero de un modo tal que no registran sus propias sensaciones y, en consecuencia no alcanzan el orgasmo.

Las mujeres alcanzan el orgasmo mediante la autoestimulación, la estimulación manual y a veces oral de su pareja pero no durante el coito. Mas aún: alcanzarlo durante el coito sólo como resultado de éste constituye una experiencia excepcional. Erróneamente algunos hombres y mujeres suponen que si no se logra durante el coito es síntoma de algún problema emocional o físico. Esta creencia lleva a todo tipo de preocupaciones por cosas tales como el tamaño del pene (demasiado grande o demasiado pequeño), el de la vagina, el del clítoris, dudas referentes a la relación como tal, y a uno/a mismo/a como persona.

El supuesto imperativo de practicar el coito cada vez que se realiza un “juego sexual” cohibe a muchas mujeres. Julia de 40 años me relata: “Con mi primer marido, el que yo consiguiera tener un orgasmo llegó a ser la única meta de cada una de nuestras relaciones sexuales; en esas circunstancias me era casi imposible lograrlo. Al final yo trataba de evitar las relaciones sexuales. Después me separé. En cambio, con Norberto todo cambió: es muy cálido y le gusta abrazarme o tocarme sin que ello signifique una exigencia sexual. Por el contrario nuestro juego es divertido e impredecible”.

Pero lo importante es saber que se trata de un problema sexual con solución, a través de las llamadas terapias sexuales, psicoterapias focalizadas, breves y de resolución sintomática, a través de las cuales se trata de lograr que la mujer se entregue a la experiencia sexual sin temores ni culpa, cambiando el sistema sexual con el cual se mueve. Logrará así crear un ambiente no exigente, relajado y sensual, que permita el natural transcurrir de su respuesta sexual.

Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga clínica. Sexóloga clínica.

04/04/2011
Fuente: minutouno.com.ar

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